domingo

... Te quiero ver mas no existes ...


"Candor y ligereza. No es el pobre peatón, innumerable y dócil, quien causa la desventura. Es insignificante y accesorio: en el momento en que aparece la barrera de las luces rojas..."
Le Corbusier, Cuando las Catedrales eran blancas.

Una semana llena de obligaciones da por consecuencia el raudo paso del factor tiempo. Llega el día anterior a la entrega, quiero hablar sobre la cordillera, más dónde está.
Los inminentes dolores de cabeza me indican que hay contaminación, estoy en clases, distraída y miro hacia fuera, donde es de suponer se encuentra el cordón montañoso, pero por arte de magia la masa uniforme de aire o más bien humo de un color no identificable, ha hecho de la cordillera un ente no reconocible.
Salgo de clases y la urbe me abrasa con insondables muros o más bien edificios. Nuestro valiosísimo patrimonio se ha supeditado a la masa urbana, delegada al desorden, al ruido, al caos. De esta forma, por causa de la ausencia de algo que existe pero que mis sentidos no pueden percibir, me remito a franquear el mundo de las ideas; por consiguiente pienso acerca de lo linda que es la cordillera y la sensación de atractivo edénico que otorga por nimios instantes al apurado ser urbano.
Recordando, imaginando; luego de un largo y frío día de lluvia, cantan los pajarillos y anuncian un nuevo día en el que ya no tenemos que llevar la carga del techado coloreado de un paraguas, porque en este día en particular podemos tener el deleite de observar nuestra cordillera. En estos días, la cordillera se puede ver incluso de noche, ya que oníricamente es pigmentada de tinta fluorescente; de esta forma, es fácil y no tan pesado el día, será que los bestiales edificios se abren, o quizás esa búsqueda de descanso que emprende el observante ya no implica un esfuerzo, se nos da gratuitamente, y la jornada se vuelca más positiva.
El mundo moderno aquí citando a Baudelaire, se caracteriza por llevar la tendencia a hacer que todo sea nuevo, es este afán, de saturar la ciudad con los nuevos descubrimientos de la tecnología junto a la moda, lleva al error acostumbrado de esconder la cordillera. Es extraño que el chileno se olvide de este patrimonio, esta obra de arte que se levanta en un escenario y actúa en vano hacia la multitud, siendo su mayor pasión desposarse con la multitud. El hombre moderno, en nuestro caso, el chileno perito en planos urbanos, no usa su pericia, ya que conforma su obra cimentando un muro virtual pero latente entre la naturaleza y las personas, así sin conciencia de las implicancias que esto conlleva, nos olvidamos del entorno y llevamos una vida sumida a las cotidianeidades.
La modernización de la ciudad inspira e impone a la vez la modernización de las almas de sus ciudadanos, (Todo lo sólido se desvanece en el aire, Marshal Berman) y los ciudadanos nos damos cuenta en este cuestionamiento, que el momento en el cual la monumental obra natural, la grande y majestuosa Cordillera de Los Andes aparece de su suspensión en relego, este momento es sólo cuando se torna evidente y portentosa, son los momentos en los cuales por fin el acaudalado individuo deja de pensar en sí mismo y se pone en contacto con cosas ajenas a su ego y me es ineludible hablar peyorativamente sobre un hombre que es capaz de construir espacios artificiales de descanso y naturaleza, pero que obnubila esta gran obra de la naturaleza, llegando así a una incongruencia absoluta.

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Comentarios:
Que cosa mas linda que la cordillera, bañada de rayos de sol...
 
oh si!
 
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