sábado

guagua con bigotes




















No tengo remembranzas de la primera vez que lo oí, sólo tengo claro que nunca quise serlo; la contradicción, la extrañeza abultadas me hacían correr como una gacela hasta asegurarme de no serlo.
Luego crecí y no he dudado en iterar cada vez que he podido el experimento con mis sobrinos.
"¡El último que llega, es guagua con bigote!"
A José, mi regalón, no le gusta correr más no puede resistirlo, corre pero Borja le gana, la Sofía, la Inesita, Daniel, La Tere y la Agustina llegan a la meta y se libran de ser la espeluznante guagua con bigote. José me mira con angustia, se le empañan los ojos de lágrimas, era ineludible, todos los niños súbitamente le gritaban, ¡guagua con bigoote, guagua con bigoote! Le invade una ira incontenible, se va a pegarle un rato a su perro, después vuelve y sigue jugando, pero el estigma es imborrable, los primos no olvidan su terrible epíteto.
Acordarme y repetir la escena es de las cosas que más me causan risa, el hecho de correr para no ser lo absurdo, el sinsentido.
Si bien este ensamblaje de palabras, no es una grosería, cumple bien las funciones y calza con el origen de ellas; "Por su origen no son homogéneas y cumplieron funciones de carácter especialmente mágico y encantatorio en la comunicación primitiva."
Pero el homo económicus, el burgués acostumbrado al ideal de belleza clásico repudia lo grotesco, - con el supuesto de que la guagua con bigote es una imagen grotesca- el niño que lleva este ideal clásico arraigado en su pequeña mente, escapa de la imagen de la guagua con bigote, porque quiere pertenecer al grupo, no ser discriminado por disímil.
"Guagua", palabra proveniente del Mapudungún, lengua mapuche; bigote, ésta relación sumida dentro del sistema de imágenes de la cultura cómica popular, pertenece a la gramática del sinsentido y causa una indefectible risa común en lo no afectados, por el hecho de degradar. Esta "gramática jocosa, (…) se extiende a lo largo de La Edad Media y el Renacimiento y subsiste aún oralmente en las escuelas, colegios".
La metamorfosis del ideal del recién nacido (belleza, vida, lozanía); el niño muta, cuando el moustache se evidencia, se hace inminente y se lleva a la "ambivalencia, los dos polos del cambio: el nuevo y el antiguo, lo que muere y lo que nace, el comienzo y el fin de la metamorfosis (...)"
Esta imagen contradictoria, horrible, se asemeja a las representaciones de ancianas embarazadas de terracota en Kertch, que cita el texto de Batjin, "(...) la muerte encinta, la muerte que concibe. No hay nada perfecto ni completo, es la quintaesencia de lo incompleto. Esta es precisamente la concepción grotesca del cuerpo."
De esta forma, la guagua con bigote como cuerpo, encierra dos concepciones corporales en una sola y el hecho de llevar intrínsecamente el ideal de la disgregación corporal suscita la no aceptación propia y la risa colectiva, maléfica entre los cómplices del acoso, porque la guagua con bigote es un cuerpo en el que no tiene cabida "dentro de la estética de la belleza creada en la época moderna." Se llega de esta forma, al caos sonriente.
La capacidad imaginativa, aún subsiste en el mozalbete y puede éste verse sin escape reflejado en la imagen de la contrariedad. La inocencia del niño le otorga a éste una especial capacidad metafórica que es la de lo grotesco, y como lo define Schegel, lo grotesco es la forma más antigua de la fantasía humana y la forma natural de la poesía. Reconstruyendo lo habitual y construyendo con creatividad la hiperbolización de lo que no se debe ser, puede generar algo positivo, lleva a lo grotesco y lo cómico, como dice Fischer, a su "aspecto maravilloso, es lo cómico mitológico".
Lo fantástico como inaceptable, espantapájaros de lo cómico, hace al niño generar su escapatoria. La guagua con bigote, es y siempre ha sido, por lo menos para mí, grotescamente cómica.


Etiquetas: , ,


This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]